Recientemente ha saltado una noticia a
la prensa nacional, el caso de una pareja a la que una entidad
bancaria acaba de condonar “graciosamente” su deuda, aceptando la
vivienda como pago de la misma, y hasta les pagan dos meses de
alquiler... dirán ustedes que no son majos.
Si nos paramos a leer la noticia con
más detalle, veremos que esa pareja firmó la hipoteca en 2006, por
valor de 250.000 euros, a fecha de hoy le deben al banco 270.000
euros, llevan 6 años pagando y solo han estado alimentando los
intereses del banco, no han empezado a amortizar el valor “real”
de la vivienda. Pero cuando firmaron ya sabían la cantidad total de
intereses que iba a cobrar la entidad financiera, ¿qué les impulsó
a suscribir semejante atraco a mano armada?
Más datos: empezaron pagando una cuota
mensual de 680 euros, ahora ha subido hasta los 1.800, es evidente
que prácticamente ninguna economía doméstica puede soportar
semejante incremento si no es con un empobrecimiento brutal, y si
fallan las fuentes de ingresos, el drama está servido.
Esto es cortesía de ese fenómeno
conocido como “hipotecas de interés variable”, que al tener
cuotas mucho más reducidas, atrajeron a multitud de clientes. Ni que
decir tiene que las cuotas reducidas están ligadas a que los tipos
de interés permanezcan bajos. No hacía falta ser un genio económico
para prever que los tipos de interés no iban a permanecer siempre en
los mínimos históricos en los que estaban hace 5 años, era lógico
que volvieran a subir, máxime cuando se estaban firmando condenas,
perdón, hipotecas, a 40 años ¿un ciclo económico favorable de
cuatro décadas? Era inevitable que una crisis se cruzara por medio.
Los expertos aconsejan no hipotecarse
en un horizonte mayor de 10, o como mucho, 15 años. El firmar
hipotecas a 30 y 40 años es una absoluta irresponsabilidad.
Tenemos que saber dónde estamos,
socialmente hablando, no todos podemos ser propietarios: si tus
ingresos no te permiten el acceder a una vivienda en propiedad
amortizando el gasto en 15 años, es que no perteneces al estatus
económico adecuado para ser propietario.
Pero con esas condiciones... casi nadie
podría ser propietario en este país, argumentarán muchos, y es
cierto. La gran trampa en la que ha entrado un altísimo porcentaje
de la población ha sido no poner límites a su ambición por poseer
una vivienda, hay que tener claro qué precio se puede pagar, y no
pasar de ahí.
Por lo tanto, teniendo en cuenta todos
los datos anteriores, ¿por qué la gente se empecinaba en comprar
una vivienda, en contra de cualquier razonamiento lógico?, ¿por qué
actuaban con una venda delante de los ojos, empeñándose en no ver
lo evidente?.
Hay un componente cultural inculcado,
por el que la propiedad se convierte no ya en algo deseable, sino
poco menos que imprescindible, creando en los ciudadanos la necesidad
imperiosa de adquirir su vivienda en propiedad, pero dado que eso no
es posible para una inmensa mayoría de la población, se les engañó
creándoles una falsa sensación de propiedad, de la que hablaré
otro día.
Raúl Martín Fernández
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