domingo, febrero 12, 2012

Caso Garzón

Los que me conocen saben muy bien que no tengo ninguna afiliación política, y que mis puntos de vistas están basados en las informaciones que contrasto en todos y cada uno de los medios de comunicación que reviso a diario.
Para evitar dar opiniones sesgadas he tomado como costumbre esperar a que mis ideas se asienten en la cabeza un mínimo temporal establecido. Así que hoy, después de digeridas las cientos de líneas que he leído al respecto, tanto en medios de derechas como de izquierdas, quiero lanzar a la red mi análisis particular sobre el caso GARZÓN.
Intentaré ser breve y lo más conciso posible, sin entrar en parrafadas hinchadas de palabrería, pero vacías de contenido.

Cierto que el que el Juez ordenó escuchas que según nuestra legislación actual pueden considerarse ilegales. Como cierto es también que dicha legislación ofrece un parapeto y unas sobradas e inmerecidas garantías de defensa, sobre todo a quién puede permitirse gastar ingentes cantidades de dinero o simplemente recurrir, aveces con fondos de procedencia misteriosa, a carísimos gabinetes de abogados. Curiosamente una legión de estos inaccesibles “profesionales de Toga” visitaban a diario a sus “supuestos clientes” que, en teoría y si eran inocentes, no deberían poseer las cantidades dinerarias suficientes para pagarles, lo que hizo sospechar al Juez, entre otras cosas, de la posible relación del Gabinete con la trama mafiosa.

Cierto es también que a diario un buen número de jueces ordenan escuchas, que también a diario son recusadas y eliminadas como pruebas válidas por ágiles abogados. De hecho el Sistema tiene herramientas efectivas para velar por las garantías procesales del acusado (bueno, quizá solo si puedes pagarlas, aunque existir existen).
También es cierto que por el contrario, a pesar de que como hemos dicho es una circunstancia que se da con cierta asiduidad, ningún juez ha sido perseguido por ello hasta su eliminación, profesionalmente hablando. En este caso, al parecer, hay una causa efecto entre ordenar escuchas a un traficante de poca monta del Barrio pacense de los Colorines, u ordenar las escuchas a una de las bandas mafiosas más asquerosas de la Europa conocida, donde se involucraban políticos, empresarios, especuladores y abogados en un aquelarre de los más infecto.
Las garantías procesales para el traficante de poca monta de los Colorines y de los pájaros de Gürtel deben, en teoría, ser las mismas, como deben serlo también para usted, que está leyendo este artículo. Pero dejémonos de engaños. El Sistema está diseñado para que solo los que puedan pagar servicios especializados disfruten de las ventajas del Mundo Libre. El resto debemos conformarnos con abogados de oficio, que en la inmensa mayoría de los casos están saturados y mal pagados, con la consecuente merma en su rendimiento.
El Juez Garzón sabe de esta circunstancia, como lo saben los jueces del Tribunal Supremo. Igualmente el Juez Garzón sabía que la única forma de impedir que la trama Gürtel siguiera delinquiendo desde la cárcel era frenar a uno de sus exponentes principales (la tropa de abogados que los asesoraba y los dirigía a lo largo del laberinto legislativo).

Las escuchas eran, según nuestra legislación, susceptibles de considerarse ilegales. Pero lo que es inadmisible es que el Tribunal Supremo, en su ensañamiento contra Garzón, no haya tenido la gallardía de mencionar los agujeros y carencias legislativas que están blindando a las bandas del crimen organizado y sobre todos a los políticos corruptos. Creo firmemente que los miembros del Tribunal Supremo se han comportado como cobardes, alejando definitivamente toda posibilidad de mejorar nuestra sociedad.

Dicho esto considero que en la decisión del Tribunal Supremo existe una intención que va más allá de la escrupulosa necesidad de hacer “Justicia”, y que con una razonable sospecha considero que está estructurada y meditada para quitarse del medio a un Juez molesto, que pone en peligro los cimentos del Sistema, diseñado para pergeñar entre sus fauces a todo tipo de criminales con unas garantías procesales que superan lo tolerable.

Es por tanto necesario mencionar que en todo esta oscura trama de traiciones están implicados tanto las derechas como las izquierdas, que con el paso del tiempo y a lo largo de la transición, han levantado un infranqueable muro entre el ciudadano de bien y la nueva aristocracia política, que ve un enorme campo abierto para delinquir a su antojo.
Es difícil liquidar a uno de estos pájaros con carnet de militancia, a no ser que sea el resultado de luchas internas. De hecho, como ciudadano de a pie usted está absolutamente vendido a la voluntad de esta nueva plutocracia, que ha convertido la democracia en una forma legal de enriquecerse desvalijando países enteros. ¿O acaso no ha caído en la cuenta de que los jueces que imparten justicia han sido elegidos por el mismo poder político que diseña la legislación por la que se rigen, y que el poder político a su vez es abalado, financiado y elevado al trono por los poderes económicos, y que esos poderes económicos hinchan sus beneficios gracias a sus influencias con las familias políticas? Es una círculo viciosos diabólico. Olvide esa monserga de la separación de poderes, que solo pertenece al mundo de las leyendas. Los mismos que imparten justicia están controlados por los políticos que legislan al antojo de aquellos que necesitan un escenario donde robar con guante blanco se convierta en una actividad legal, o al menos cuasi imposible de perseguir.

El Juez Garzón no es el fascista, como algunos tratan de hacernos ver. Sin embargo es razonable sospechar del Tribunal Supremo como parte del inmenso entramado totalitario que azota a España. Con su sentencia hacia Garzón han obviado lo que es evidente para cualquier persona objetiva, ocultan el verdadero cáncer para las libertades fundamentales, que no es otro la corrupción generalizada que se ha adueñado de las instituciones, y que ya no es posible combatir con las normas convencionales, pues son ellos mismos, los corruptos, los que diseñan las normas.
Por EgoBlack

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