Hoy estamos de vuelta con
el “cinismo”.
Yo soy así de insistente, sobre todo en algo
tan serio como la política (o al menos a mí me lo parece). No me gusta quedar
cosas en el tintero, máxime cuando es una información de vital importancia para
que los ciudadanos puedan ejercer su derecho al voto bajo unos parámetros de
información lo más completos y objetivos posibles.
Empezaré, porqué no iba a hacerlo, subrayando
como me revuelven las entrañas esa doble moral que esgrime nuestra carnavalesca
izquierda socialista. Sus pobres y mancillados votantes caminan con una venda
en los ojos hasta las urnas. Allí, cual zombis programados para un fin que va
más allá de sus propios conocimientos, lanzan su “sobre” bien cerrado y teñido
de esa blanca e impoluta moral característica del fanático, con la esperanza de
que un partido integrado por “progresistas” capitanee el Barco de todos los
españoles.
En este temprano punto de
mi relato ya habrá un montón de socialistas diciendo; “¡Otra vez este fascista
atacando a la única fuerza política española que ha defendido los derechos
humanos, la libertad y la igualdad!”.
No se preocupen. Los
entiendo. Es normal que un mono ignore los oscuros objetivos de un científico
loco que experimenta los efectos sobre la mucosa ocular de una nueva crema
facial de belleza. Lo lógico es que el mono, mientras el humano lo alimenten y
le de cobijo, crea que todo va bien, que el tipo solo pretende cuidarlo y velar
por su bien. Incluso le puede hasta coger cariño. Pero la cosa empeora cuando
el cabrón de bata blanca te ata a la camilla.
Creo que muchos votantes
socialistas ignoran realmente los objetivos del partido, y como monos
amaestrados para un fin, permanecen sumisos ante las aviesas intenciones de los
Barones.
Y ahora viene la
explicación a estas duras afirmaciones:
No voy a poner en duda las
buenas intenciones. Estoy seguro que hay muchos militantes absolutamente que
realmente piensan que el partido socialista es el paradigma moral, la punta de
lanza del bien en eterna lucha contra el mal. En cierto modo me apesadumbran estas
inocentes almas, apunto de conocer reveladores y perturbadores datos al
respecto.
Recuerdo lo que yo sentí
cuando se desvanecieron mis mitos políticos y descubrí que en vez de
superhombres dotados de una inteligencia por encima de la media, estaba ante
cuatro gilipollas con muy pocos escrúpulos y aun menos intelecto. Pero con una
voracidad de poder y gloria que les permitía presentarse ante el público con
una sonrisa de hiena apunto de devorar a su presa.
Hablemos por tanto de esos
derechos humanos, de la igualdad, la fraternidad y la justicia que, hasta la extenuación,
dice defender nuestro PSOE de marras y que tan autorizado se proclama para dar
lecciones internacionales al respecto.
Hubo un tiempo en que en
España existió una ley maravillosa que permitía perseguir en el extranjero
delitos que hubieran cometidos ciudadanos extranjeros, una ley diseñada, sobre
todo, para denunciar ante la comunidad internacional violaciones de los
derechos fundamentales de las personas, como por ejemplo dictaduras atroces,
abusos de fuerzas de seguridad o atentados contra la libertad de prensa. Bajo
esta ley nuestro famoso juez Garzón, entre otros, inició complejos, aunque
prometedores procesos, como aquellos contra la represión en Mongolia de la
infame dictadura comunista china, o los que pretendieron terminar con los
excesos continuados de ciertos miembros del ejército israelí hacia civiles
palestinos, sin dejarnos atrás la cárcel de Guantánamo, creada exclusivamente
para terroristas internacionales y
gestionada por EEUU.
Pero como antes he dicho,
hubo un tiempo en que esta ley existió. Desgraciadamente, tras aquella famosa
visita de Obama a nuestro expresidente Zapatero, que Pajín definió como un
acontecimiento cósmico (no le faltó razón), la ley en cuestión fue liquidada de
un plumazo por el gobierno de izquierdas y paradigma de la justicia. Antes de
que el avión de Obama despegara rumbo a EEUU, en el BOE se anunció la
derogación de la Ley, poniendo punto y final a los casos iniciados por Garzón
en el extranjero, entre ellos el caso Couso, que antes no he mencionado.
Dicho esto, cuando la
militancia socialista vuelva a hablar de principios de izquierdas, de justicia internacional,
de memoria histórica, o de cualquier otra cosa más, les rogaría que no lo
hicieran bajo el nombre del PSOE. Es un insulto a la inteligencia, al honor, y
sobre todo a la verdad…
Por EgoBlack
LA
FRASE: La verdad es hija del tiempo, no de la
autoridad.
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