El paso de los años, la comodidad y el aburguesamiento de nuestras vidas nos empujan a un camino monótono, que gira como un círculo sobre si mismo, y convierte inevitablemente nuestra existencia en el mero trascurrir de las agujas del reloj: Un tic-tac camino de la muerte tras una vida insustancial e intrascendental.
Caminamos como zombies sobre nuestros propios pasos, mañana tras mañana, semana tras semana, año tras año, desperdiciando las posibilidades del inmenso jardín donde un día fuimos milagrosamente colocados, y todo por una supuesta seguridad existencial, que aunque alivia algunas ansiedades, a lo largo del tiempo acaba convirtiéndose en el peor de nuestros enemigos, en la plaga que nos deshumaniza para acercarnos a la esencia de las máquinas.
Pocos humanos son capaces de vivir acorde a sus propias convicciones sin verse infectados por tabues sociales o incluso por meras costumbres pasajeras. No vivimos nuestras vidas, sino que elegimos vivir las vidas que otros quieren que vivamos. Y como antes he dicho, todo a cambio de una supuesta “seguridad”. Nos dejamos llevar por las circunstancias que nos rodean, como el marino que confía en que las corrientes le llevarán a buen Puerto. Sí, aun un buen Puerto quizá. Pero tal vez no al Puerto donde realmente su alma quería desembarcar.
¿Cuantos de vosotros podrían sentirse absolutamente satisfechos y orgullosos de la vida que han vivido si os dijeran que mañana moriréis? Quizá ninguno. ¿No creéis entonces que deberíais tomar cartas en el asunto de forma urgente? Yo al menos no quiero morir sin haberlo intentado. Eso no.
Como decía aquel cómico; “la vida es lo que te pasa mientras tú te empeñas en soñar”.
Pues bien, es hora de que le des la vuelta a la frase y empieces a vivir tus sueños, a ponerlos en práctica. ¿De qué sirve una vida llena de bienes materiales sin haber llenado antes tu alma persiguiendo tus más internos anhelos?
“Prefiero vivir mi vida siendo pobre que la de los demás siendo rico”.
Por EgoBlack
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