martes, febrero 14, 2012

Sólo eran dos promesas


Está claro que el señor Rajoy llegó a la Moncloa por incomparecencia del adversario, el PP lo mismo podría haber presentado a un murciélago como cabeza de lista electoral, que habría ganado las elecciones de todas formas. Eso les facilitó el llegar al Gobierno con el programa más impreciso y vacuo que se recuerda en España, “bueno, al menos así no tendrán que romper promesas” pensaban algunos: ya que no han prometido prácticamente nada, están con las manos libres para jodernos, pero sin tener que faltar a su palabra, eso sí.

Craso error, solo dos promesas en firme hizo el ahora presidente del Gobierno, dos únicos mensajes dejó en claro durante su campaña, a saber: “no subiremos los impuestos” y “no abarataremos el despido”. Poco más de dos meses ha necesitado el Partido Popular para pasarse por el arco del triunfo las dos únicas promesas que hizo a los españoles. La puñeta es que ahora ya no sabemos por dónde nos van a salir en el próximo consejo de ministros, finiquitado su exiguo programa electoral, ¿cuales serán las próximas medidas?, ¡sorpresa!

Porque la tan cacareada reforma laboral, esa que iba a hacer que los empresarios se lanzaran a contratar a mansalva, al final se ha quedado en, básicamente, permitir que el empresario te pueda despedir con mucha mayor facilidad y con menor coste económico.
La reforma que nos vendió el PP durante la campaña consistía en unificar los tipos contractuales, legislando un “contrato único” para “acabar con la dualidad del sistema laboral español”, ¿recuerdan estas palabras?, porque las dijo Montoro, el flamante ministro de Hacienda.

Dicho así, la verdad es que no sonaba mal del todo, permitía que todos los contratos temporales pasaran a ser indefinidos, claro que en cuanto escarbabas un poco en la propuesta, te dabas cuenta de que se trataba de igualar a la baja los contratos: es cierto que pasaban a ser todos indefinidos, pero con los exiguos derechos de los temporales.

Ni que decir tiene que la reforma perpetrada no tiene ni siquiera ese pequeño beneficio, ya que los tipos contractuales se mantienen, y por lo tanto va a permanecer la dualidad que tanto molestaba al señor Montoro: los temporales lo seguirán siendo, y los indefinidos... bueno, esos serán lo que quiera el empresario, ya que la nueva ley les faculta para, de forma unilateral, cambiar el horario, las funciones a desempeñar por el trabajador, y, por supuesto, el sueldo. Si el trabajador decide no aceptar, se va a la calle con despido procedente, tomen nota de la palabra, porque esa es la auténtica piedra angular de la reforma.

La justificación que más oirán en boca de los representantes del Gobierno es que “la indemnización sólo se ha reducido de 45 a 33 días”, cierto y mentira a la vez, se trata de una cortina de humo de las que tanto gustan nuestro gobernantes: el objetivo real de la reforma es que, prácticamente, todos los despidos sean procedentes -ya han visto las causas por las que un despido a partir de ahora se considerará así- y en ese caso, la indemnización es de 20 días.
Por no hablar de que ahora el empresario tiene la potestad de rebajar los salarios a su voluntad, ¿cuantos jefes creen ustedes que se van a resistir a esa tentación?.

Puede que también hayan oído que la Administración podrá despedir a sus trabajadores, “por fin”, habrán pensado muchos, ya que en este país de envidiosos, está muy extendido el odio al funcionariado (en el fondo tan solo porque disfrutan de unas condiciones laborales que la mayoría no tiene). En realidad se trata de otra maniobra demagógica del Gobierno, esta Ley no puede cambiar las condiciones contractuales de los funcionarios, ya que para eso habría que reformar el Estatuto Básico del Empleado Público. A lo que hace referencia la reforma es al Personal Laboral al servicio de las Administraciones Públicas, y no al personal funcionario. ¿Va a beneficiar esto en algo al conjunto de los trabajadores?, no, pero ya saben cómo juega este Gobierno: mal de muchos, consuelo de tontos.

Disfruten de lo votado.

Raúl Martín Fernández

4 comentarios:

No es por joder ni nada pero me dedico al mundo del derecho y llevo estudiando la reforma laboral desde el sábado por la tarde. No es tan fiero el lobo como lo pintan. Efectivamente se abarata el despido de 45 dias a 33 pero vamos, que eso no es nuevo porque ya se hizo hace unos meses en los que no gobernaba todavía esta tropa. Una cosa que me mola es que se incentiva al autónomo para contratar con exenciones fiscales y con ayudas para el tema de la seguridad social y que se arrincona un poco a esa casta sindical para que la negociación se lleve más entre el empresario y el trabajador que entre el sindicato y la empresa. Todos sabemos cómo han vivido aquí los sindicatos desde tiempos inmemoriales. El caso es que sobre el papel debería funcionar. No olvidemos que la herramienta en la que consiste tiene que ser manejada por humanos y que los humanos somos muy capullos. De cualquier forma la reforma aprobada tiene un 80% de apoyo sindical -ese 80% ya lo admitieron los sindicatos desde diciembre hasta que rompieron la baraja-. No sé... creo que para criticarla -bien o mal- hay que estudiarla en toda su amplitud puesto que atañe no sólo al Estatuto de los Trabajadores sino tambien a la Ley de Empleo, Ley de Empresas de Trabajo Temporal, Ley de mejora de empleo, Ley de Paro, etc... y no creo que en dos días haya elementos de juicio totales para dar una sentencia ex catedra. Lo que llevo estudiado, insisto, no me parece del todo mal. Ahora sí, es urgente publicitar que el 80% de la misma tiene el beneplácito de las dos grandes hermanas sindicales con lo que no entiendo eso de la movilización por el "atropello". No obstante, es una opinión, amigos

Os expondré un ejemplo de como funcionan nuestros vecinos. Aquí, en Alemania, los sindicatos no reciben un solo euro del Estado. Eso ya es interesante.Igualmente existe el despido libre y a no ser que tu jefe sea un psicópata, no tienes derecho a indemnización. Parece que estamos en una tasa de paro, en la provincia donde vivo, del 3,2%... E igualmente la gente no demuestra demasiado descontento hacia la gestión del mercado laboral, con unos principios de libertad que pondrían los pelos como escarpias hasta a la propia patronal española.

No me estudiado a fondo la reforma, pero me parece que abaratar el despido sólo sirve para despedir más, y no para contratar más.

No tiene por que ser así exactamente. Las contrataciones se hacen por que se necesitan. Pero si el despido es caro, puede que no se despida por imposibilidad material de hacerlo, lo que lleva a la quiebra a una empresa, que ya no tendrá posibilidad de recuperarse y volver a emplear. De todas formas es importante que diferenciemos entre grandes empresas y PYMES, que son las que realmente han tenido el problema hasta ahora. Las grandes empresas siempre han disfrutado de herramientas para deshacerse y disolverse en casos extremos, sin que sus administradores sufran.

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